Se trata de un problema grave, crónico y bastante frecuente en las sociedades industrializadas que consiste básicamente en mostrar comportamientos, motivaciones, emociones y pensamientos que distorsionan con los de la cultura de pertenencia. Causan problemas relacionales y laborales a quienes los padecen y afectan gravemente también a sus familiares, sobre todo debido a la impotencia y a la incomprensión general.
La incapacidad que experimenta quién sufre un trastorno de este tipo para adecuar su conducta a las diversas situaciones sociales y manifestar unos sentimientos y pensamientos acordes con los de la mayoría, impiden su adaptación. Nuestras sociedades tienden a señalar a quién se comporta de forma distinta, generalmente lo señalan y rechazan, hecho que empeora el problema de los trastornos de personalidad.
Otro agravante de estos trastornos es el hecho de que los afectados no suelen reconocer que necesitan ayuda, sino que atribuyen el problema a los demás. Sólo acuden a consulta por problemas derivados del trastorno de personalidad, como pueden ser los trastornos del estado de ánimo, adicciones, o problemas familiares y laborales.
Lo característico de quién padece este trastorno es pensar que todo el mundo está en su contra, incluida la familia y las personas más cercanas. Desconfían de cualquier conducta y atribuyen intereses ocultos a los actos amistosos, lo que les lleva a aislarse y quedarse solos. Son personas muy hostiles y rencorosas y su suspicacia aumenta a medida que se aíslan y su estado de ánimo empeora. A menudo se definen como autosuficientes y superiores a los demás.
Las personas con trastorno esquizoide son por lo general frías y distantes, reacias a todo contacto interpersonal y sin interés por entablar relaciones amistosas. No se trata de timidez, sino de profunda indiferencia hacia el otro, lo que les hace ser considerados raros y les lleva a estar siempre marginados y rechazados por los demás.
Como en el trastorno esquizoide, estas personas se encuentran socialmente aisladas, aunque en este caso sufren entre el deseo de ser aceptados y la incapacidad para relacionarse, bien por falta de habilidades sociales, bien por la desconfianza similar a la del trastorno paranoide. Las ideas disparatadas, pensamiento mágico y conductas extrañas que llevan a cabo hacen que los demás vean a las personas con trastorno esquizotípico como alguien excéntrico que vive en "otro mundo", y tiendan a evitarlos o rechazarlos agravando así el sufrimiento, la desconfianza y la pérdida de autoestima de estas personas en un círculo vicioso muy difícil de romper.
Es un trastorno tan frecuente como subdiagnosticado debido en parte al conflicto que supone con el paciente, (cuando éste se informa de sus características clínicas) y en parte a la propia definición, que atribuye a quién lo padece una necesidad imperiosa de llamar la atención. Los profesionales tratan de evitar el conflicto diagnosticando trastorno de la personalidad no específico o incluso trastorno límite, aunque por las características del paciente sea más adecuado el trastorno histriónico.
Este trastorno es una derivación de la neurosis histérica, aunque esta palabra es tabú en los manuales "científicos" modernos. Tanto histrionismo como histeria tienen connotaciones negativas y así ocurrirá con cualquier otro término que se popularice para este trastorno, ya que los síntomas que definen el cuadro son: teatralidad, emocionalidad exagerada e incluso infantil y utilización de la seducción sólo para hacerse notar, labilidad afectiva, sugestionabilidad y superficiliadad. Son muy manipuladores, utilizan conductas y ropas provocadoras o inventan y exageran padecimientos sólo para ser el centro de atención. Estas conductas suelen encubrir un deseo de protección y dependencia emocional. Cuando su comportamiento es reprobado y no logran su objetivo pueden sufrir intensamente.
