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Trastornos sexuales

Definición


Se incluyen aquí las disfunciones sexuales y las parafilias.

Las disfunciones sexuales son problemas psicológicos y/o fisiológicos que impiden o dificultan cualquier fase de la actividad sexual humana. Se clasifican según la fase a la que afecten:

Pueden afectar al deseo, cuando la persona no siente ganas, odia o incluso teme la relación sexual.

Pueden afectar a la excitación, cuando a pesar de desearlo conscientemente no se consigue la erección en el caso del hombre o la dilatación y lubricación en la mujer.

Pueden afectar al orgasmo, bien porque no se consigue o porque se llega demasiado pronto.

También hay que considerar los trastornos por dolor, como el vaginismo y la dispareunia (dolor durante el coito).

Las desviaciones sexuales o parafilias consisten en tener impulsos, fantasías o conductas sexuales mediante la utilización de un objeto o situación poco común. Además, para ser considerada parafilia debe causar malestar clínicamente significativo o deterioro grave (como la pérdida de relaciones sociales, de trabajo, problemas legales, etc.); que el comportamiento sea humillante; que se involucre a niños o personas que no tienen la capacidad de consentir, animales, etc.; y que sea estable en el tiempo.

Se deben descartar enfermedades médicas que pudieran justificar la conducta, intoxicación por consumo de sustancias y trastornos graves como la esquizofrenia o un episodio maníaco. Entre las parafilias más conocidas se encuentran:

Fetichismo: excitarse y llegar a conseguir el orgasmo a partir de un objeto concreto o parte del mismo o una sustancia o miembro (fetiche). El fetichismo es más común en hombres que en mujeres. Algunos ejemplos de fetiches son los zapatos o la lencería.

Exhibicionismo: es la tendencia a mostrar los genitales o desnudarse en público como forma de excitarse. Normalmente se realiza de forma repentina y fugazmente, tras lo cual el exhibicionista sale corriendo. Suelen ser personas inseguras, con sentimientos de inferioridad.

Voyeurismo: en este caso la excitación se logra observando, generalmente desde una posición oculta, a otras personas mientras se desnudan o mantienen actividad sexual.

Sadismo y masoquismo sexual: en el sadismo la excitación se logra sometiendo, humillando y agrediendo física y verbalmente a una persona ("esclavo sexual"), y en el masoquismo es ser humillado, maltratado y sometido lo que sirve para excitarse sexualmente.

Pedofilia: la fantasía, la excitación y el placer sexual se obtienen en este caso cuando una persona mayor de 18 años utiliza a niños para sus relaciones o fantasías sexuales. Normalmente estos enfermos consumen pornografía infantil o abusan de niños de entre 8 y 12 años.

Por otra parte, el llamado trastorno de identidad sexual (asociado a la homosexualidad) es en realidad una rémora de la inclusión de la homosexualidad como trastorno en los primeros manuales psiquiátricos, siendo esta una orientación sexual más, cualquiera que sea su origen.

Los problemas psicológicos derivados de la homosexualidad se deben a la presión de determinados sectores sociales, a la religión, al entorno, etc., pero no son intrínsecos a la orientación sexual, por lo que ésta no puede ser considerada trastorno psiquiátrico. Por lo tanto, los psicólogos podremos tratar el malestar provocado por estos factores, pero no la homosexualidad.

En ocasiones no se reconoce con seguridad la propia orientación sexual, esto puede provocar una gran ansiedad y malestar. La terapia puede ayudar al paciente a tomar conciencia de su orientación, que puede no ser la que uno cree, pero esto no significa que le haga cambiar, sino que ayuda a reconocer, aceptar y reforzar la propia identidad. Actualmente no existe ninguna terapia de reorientación sexual que haya demostrado ser eficaz.